miércoles, 23 de marzo de 2011

Qualcosa ti ricorda.

En el aeropuerto nervios, entusiasmo, impaciencia por coger ya el vuelo, ansia por estar ya allí.


   
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“Mi dispiace, non capisco. Per favore, piano. Como ti chiamas? Che ora sono? Quanto costa? Ho sedici anni, e tu? Il conto, per favore.” Eufóricas practicando con nuestro diccionario de italiano, Bárbara y yo hartábamos a más de uno en el avión.



   
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Por fin llegamos, mirábamos a todos lados con los ojos como platos, sin dar crédito a lo que veíamos. Habíamos llegado, estábamos allí. Più bella Italia, tal como la imaginábamos. No, mejor, mucho mejor aún.
Recuerdo cada minuto del viaje. La primera noche en vela, no queríamos desperdiciar ni un segundo durmiendo, perdiéndonos la sensación de estar donde estábamos, ¿para qué soñar? Si todo cuanto ansiábamos lo teníamos bajo nuestros pies.
Estábamos sedientas, bajamos hasta el restaurante del hotel. “Pide tú la botella.” “No, pídela tú.” “No, tú.” “Una bottiglietta di acqua, per favore” “Grande o piccolo” “Piccolo” Respondimos Bárbara y yo al unísono. A partir de ahí, nos peleábamos por preguntar. “Una vez tú y otra yo.” Pactamos.
“¡Está amaneciendo, está amaneciendo!” “…son las cuatro de la mattina” Lo repetíamos a cada hora. Fueron nuestros primeros amaneceres en Roma. “¡Hoy no duerme nadie en esta habitación!” Y efectivamente así fue.


   
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Primer día, Museos Vaticanos, Catacumbas, Basílica de Santa María la Mayor, Teatro Marcelo… Almorzamos en un restaurante, al lado de la Piazza San Pedro, lasagna, spaghetti, tagliatelle, la raffinata cucina italiana. “Uno gelato. Grazie, quanto?” “Alla fine della coda.” La cola era inmensa, doblaba el restaurante. “Hacemos un simpa.” Antes de llegar a pagar, hubiéramos terminado el helado…
Por la tarde más visitas, más turismo, caminatas por Roma, vistas magníficas, puentes con candados, escrituras en las paredes, calles de piedra, sudaderas de Universitá di Roma y Vespas a tutiplén.
Cruzamos el Tíber, nos dirigimos al interior de la metrópoli. Otro grupo de estudiantes caminaba por delante de nosotros. Entonces lo vi. Corrí a avisar a mi amiga “¡Acabo de encontrar al chico más guapo que hayas visto en tu vida!” La enganché del brazo y se lo señalé, ella lo secundó. Pasamos el resto de la tarde persiguiéndolo, perdiéndonos por las rúas romanas en su busca, fotografiándolo, suspirando por él. Giorgio, lo bautizamos.


   
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Se nos aceleró el pulso cuando, al irse, Giorgio miró en nuestra dirección, y con una perfecta y nívea sonrisa, alzó su mano para despedirse de nosotras.
Noches de delirio chino, disputas con demás italianos de viaje de estudios, encuentros inesperados con los carabinieri. Esas noches clandestinas cuando la única preocupación era que no nos echaran de aquella terraza. Sentados en las hamacas, en los sillones, con mil ceniceros. Respirando la atmósfera italiana con olor a tabacchi.
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Al día siguiente más rutas turísticas, disfrutando del foro romano, el ambiente dio los primeros indicios de precipitaciones.
“Tengo un presentimiento de que hoy veremos a
Giorgio” pensó Bárbara en voz alta al salir del Montemario. “¡Es Giorgio! ¡Es Giorgio! No me lo puedo creer.” Ahí estaba él, con su sudadera y su mochila, esperando al pie de un paso de cebra a que el semáforo se pusiera en verde, imposible no reconocerlo.
Paseamos sobre la vía Sacra, experimentamos la magia del colosseo y echamos a volar la imaginación inventando posibles historias ocurridas y ya pasadas.
Inmortalizamos tantos momentos, que ahora son tan bonitos recuerdos, que hay lugares ya, que parecen tan familiares como tu propia casa.


   
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Pedimos deseos a la Fontana di Trevi, tan enorme como deslumbrante. Y a sus pies juramos volver. Con tres monedas: ritornare, innamorarsi di un italiano e sposarsi in Italia.
Mientras los demás comían una hamburguesa en el McDonald’s, Bárbara y yo optamos por disfrutar de una deliciosa pizza margarita en un ristorante cercano, mantel de cuadros rojiblancos, flor sobre la mesa, terraza acogedora, y el agradable sonido típico italiano del acordeón de un artista de la calle.
La euforia de Via Condotti, cuando gritando exhaustas tomábamos instantáneas de cada tienda que atisbábamos, Chanel, Hermès, Valentino, Gucci, Dior, Prada, Louis Vuitton, Cartier, Escada, Celine, Armani…


   
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Visita relámpago en Siena. Allí saboreamos uno de los mejores helados que comeré en mi vida. Paseamos por las calles de la Toscana con la satisfacción en el rostro, no éramos turistas, éramos naturales de allí.
Descansamos los talones sentadas en la Piazza del Campo, corazón medieval de Siena, sacando miles de fotos que posteriormente quedarían para el recuerdo.


   
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Y por fin, Firenze. Ponte Vecchio, impactante por sus casas colgantes y su interior repleto de joyerías. El impresionante David de Miguel Ángel. La brisa del renacimiento se respiraba por aquellas calles.
Vía Tornabuoni, jamás me cansaría de pasear por ella… Nos quedamos con las ganas de comprar algo en Tiffany’s.


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Los capuccinos no saben igual aquí…
Aquel cameriere tan ameno y cortés que nos sirvió ese café, cuya espuma dibujaba un corazón, y con el que entablamos una agradable conversación que terminaría un rato después con un “Mi dispiace, non capisco.”
Mientras nuestros compañeros pululaban por las vías florentinas en busca de souvenirs y regalos, Bárbara y yo disfrutábamos en la terraza de la caffetteria al agradable calor de los rayos del sol, a la vez que consumíamos paulatinamente una cajetilla de Vogue, “Il fumo uccide.” Advertía, ¿y qué mas da? Si en esa lengua parece que te hablen con elogios.


   
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La serata finale, cuando eufóricos bailábamos y cantábamos Meet me halfway o Right Round, cuándo intentábamos persuadir al chófer para que parara el autobús, o para que no arrancara y no tuviéramos que irnos, queríamos volver a la discoteca donde habíamos pasado una de las mejores noches de nuestra vida, que continuaría poco tiempo después en el Ibis. Juegos varios, carreras de deslizarse en calcetines, videos de cómo no dormirse, cacahuetes orientales… Ya haríamos las maletas a las cinco de la mañana, no queríamos que aquello terminara…
“Buongiorno” No, buongiorno no… Arrivederci Firenze, fino a quando per sempre, Italia.


   
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Lo bueno nunca acaba si hay algo que te lo recuerda.
Virginia y Bárbara.

12 comentarios:

Kass y Malu. dijo...

Jo, me habeis enamorado con esta entrada.
Me recuerda muchísimo a mi viaje a Italia.
La fontana di trevi..yo tambien juré volver, amaneceres...el sol parece incluso más bonito visto desde Roma.
Yo no encontré a Giorgio, lo llevaba conmigo, y paseamos de la mano por las empedradas calles italianas.
No, esto no se parece en nada a Italia,aqui los capuccinos no saben igual -es cierto- y los camareros no te llaman principessa cuando les pides amablemente un gelato di scrachatella.
De verdad chicas, me ha encantado.
Un besazo!
Kass

Andrea Viñuela Mirantes dijo...

Tiffany... (L)

GoldBlackMirror dijo...

Joo yo fuí hace años con el insti, y bueno em gustaría repetir pero viendo al menos Rom más detenidamente, ya que lo que hice yo fué un tour por Italia.un besazo.

TFP dijo...

Que bien lo pasasteis, yo cuando fui me encanto también. Oye que avion es ese que tiene tele y todo en cada asiento? jajaja. besos

silvia :) dijo...

Acabo de descubrir vuestro blog y me encanta!! os sigo, un besito!!!

http://www.elaticodelasideas.blogspot.com/

Estefanía C2T dijo...

chicas, me ha encantado vuestro post.
quizá pq adoro Italia, pq Roma es mi segunda casa, pq me pidieron la mano rodilla en tierra frente al Colosseo, pq vuelvo al menos una vez al año a perderme por sus calles.
me alegro de q os llevéis ese gran recuerdo de Italia.
muchos besos!!

mónica t. dijo...

uuuhhh qué envidia me habéis dado!!! uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida ha sido a roma!!! por supuesto volveré.
me ha encantado el post
besitos

Marta Dudda dijo...

Qué envidia!
Me encantan las fotos, yo también quiero un capuccino así.
Un besito desde el armarioenduddas :)

Anónimo dijo...

CIAO BAMBINAS!
estoy de nuevo por aqui, con más y mejores cosas :D:D!!!
Espero que sigais visitando mi blog y esteis al tanto de las novedades!!!!


MISS BIRDYS with love!

paulav dijo...

qué fotografías más geniales y seguro que fue una experiencia increíble :)
como bien dice la cita final, algo bueno como este viaje siempre lo recordaréis ^^

Barneys Lovers dijo...

que fotos tan flipantes!!! me encanta italiaaaaa! te sigo , pasate si quieres muaakk

iris dijo...

Quien ha ido entiende perfectamente vuestro mensaje...
Qué recuerdos... yo hace 9 años que hice el viaje de fin de curso a Italia... qué fuerte! Me enamoré...
Y bueno... mi historia con ese país es muy personal... y me siento mezzo italiana. :)

Roma es mi droga.
Un beso:)